Russell M. Nelson Del Quórum de los Doce Apóstoles
Ya seamos misioneros de tiempo completo o miembros, todos debemos ser buenos ejemplos de los creyentes en Jesucristo.
Mis
amados hermanos, esta noche estamos reunidos en muchos lugares del
mundo. Entre nosotros hay maravillosos misioneros de tiempo completo.
Quisiera invitar a todos los misioneros de tiempo completo a ponerse de
pie. Donde sea que estén, élderes y presidencias de misión, pónganse de
pie. ¡Estamos agradecidos por cada uno de ustedes! Les damos gracias!
¡Los amamos! Tomen asiento.
De vez en cuando, debemos recordar por qué tenemos misioneros. Se debe a que es un mandamiento del Señor, quien dijo:
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
“enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí,
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”1.
Este
mandamiento es uno de los muchos que se han renovado porque el
evangelio de Jesucristo se ha restaurado en su plenitud. Hoy los
misioneros sirven como lo hicieron en la época del Nuevo Testamento. En
el libro de Hechos se describen los primeros esfuerzos misionales de los
apóstoles y de otros discípulos tras el ministerio mortal del Señor.
Allí leemos sobre la extraordinaria conversión y el bautismo de Saulo de
Tarso2, quien anteriormente había estado “respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor”3
y persiguiendo a miembros de la joven Iglesia. Desde esos comienzos,
Saulo pasó a ser el Pablo convertido, uno de los más extraordinarios
misioneros del Señor. Los últimos quince capítulos del libro de Hechos
tratan sobre las labores misionales de Pablo y sus compañeros.
En
una carta dirigida a uno de sus compañeros más confiables, Pablo le
escribió al joven Timoteo: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes, en palabra, en conducta, en amor, en espíritu, en fe y en pureza”4.
Ese consejo es tan válido para nosotros ahora como lo fue entonces. Se
aplica a nuestros misioneros de tiempo completo y se aplica igualmente a
cada miembro de la Iglesia. Ya seamos misioneros de tiempo completo o
miembros, todos debemos ser buenos ejemplos de los creyentes en
Jesucristo.
Misioneros de tiempo completo
Los
misioneros de tiempo completo, más de 52.000, sirven en 340 misiones en
todo el mundo. Son siervos creyentes y dedicados del Señor. Su objetivo
es “invitar a las personas a venir a Cristo a fin de que reciban el
Evangelio restaurado mediante la fe en Jesucristo y Su expiación, el
arrepentimiento, el bautismo, la recepción del don del Espíritu Santo y
el perseverar hasta el fin”5.
Al
igual que Timoteo, la mayoría de los misioneros de tiempo completo son
varones jóvenes. Hay algunas hermanas y algunos misioneros mayores. ¡Los
amamos a cada uno! Los misioneros sirven a fin de mejorar la vida de
los hijos de Dios. El Padre Celestial ama a cada uno de Sus hijos.
Después de todo, Él es su Padre. Él desea bendecirlos con el mayor de
todos Sus dones: la vida eterna6.
Esto enseñan los misioneros dondequiera que sirvan. Ayudan a las
personas a desarrollar fe en el Señor, arrepentirse, bautizarse, recibir
el Espíritu Santo, recibir las ordenanzas del templo y perseverar
fielmente hasta el fin. La obra y la gloria de Dios de “Llevar a cabo la
inmortalidad y la vida eterna del hombre”7, es también la sagrada obra y gloria de cada misionero.
Necesitamos
más misioneros, más misioneros dignos. Durante Su ministerio terrenal,
el Señor dijo a Sus discípulos: “La mies a la verdad es mucha, pero los
obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a
su mies”8.
En
la sesión de la conferencia general de esta mañana, nuestro amado
presidente Thomas S. Monson hizo un vehemente llamado para que cada
varón joven de la Iglesia se prepare para el servicio misional. Tengo la
esperanza de que en cada hogar de la Iglesia se haga caso de este
mensaje en su totalidad.
Al
sabio consejo del presidente Monson agrego mi testimonio. En mi
familia, he observado las bendiciones que llegan a cada misionero. Hasta
ahora, el número de hijos, nietos y sus cónyuges llamados a servir como
misioneros de tiempo completo es 49, y ese número seguirá aumentando.
En cada caso, he visto el aumento de sabiduría, madurez de juicio y
florecimiento de fe que creció en cada misionero. Ellos, al igual que
muchas generaciones que los precedieron, se embarcaron en el servicio de
Dios para “serv[irle] con todo [su] corazón, alma, mente y fuerzas”9. El servicio misional ha ayudado a dar forma a su destino divino.
Los miembros misioneros
El
consejo de Pablo, “Sé ejemplo de los creyentes”, se aplica también a
los miembros. La mayoría no han sido misioneros de tiempo completo, y
quizá nunca sean, pero todos pueden ser miembros misioneros. Esa
declaración me recuerda algo gracioso que me contaron. En un gran campo
deportivo de un centro de capacitación misional habían colocado un
cartel que decía: “¡Sólo misioneros!”. Personas que también querían usar
el campo colocaron su propio cartel que decía: “¡Todo miembro un
misionero!”.
Todo
miembro puede ser ejemplo de los creyentes. Hermanos, como seguidores
de Jesucristo, cada uno de ustedes puede vivir de acuerdo con las
enseñanzas de Él. Pueden tener “un corazón puro y manos limpias”; pueden
tener “la imagen de Dios grabada en [su semblante]”10. Sus buenas obras serán evidentes para los demás11. La luz del Señor iluminará sus ojos12.
Con ese resplandor, será mejor que se preparen para las preguntas. El
apóstol Pablo aconsejó: “Estad siempre preparados para responder con
mansedumbre y reverencia a cada uno que os demande razón de la esperanza
que hay en vosotros”13.
Sea
su respuesta cálida y alegre, y procuren que su respuesta se aplique a
esa persona. Recuerden que él o ella es también hijo o hija de Dios, el
mismo Dios que tanto desea que esa persona sea digna de la vida eterna y
de regresar a Él algún día. Quizá ustedes sean los que abrirán la
puerta para la salvación de ellos y su comprensión de la doctrina de
Cristo14.
Tras
su primera respuesta, estén preparados para el siguiente paso. Pueden
invitar a su amigo a ir a la capilla con ustedes. Muchos de sus amigos
no saben que son bienvenidos en nuestros edificios de la Iglesia. “Venid
y ved” fue la invitación del Señor a quienes deseaban saber más de Él15.
Una invitación a asistir a una reunión dominical con ustedes, o a
participar en una actividad social o de servicio de la Iglesia, ayudará a
disipar mitos erróneos y hará que los visitantes se sientan más cómodos
entre nosotros.
Como
miembros de la Iglesia, tiendan una mano de amistad hacia quienes no
conozcan y denles una cálida bienvenida. Cada domingo, extiendan una
mano de hermandad por lo menos hacia una persona que antes no conocían.
Cada día, esfuércense por ampliar su círculo de amistades.
Pueden
invitar a un amigo a leer el Libro de Mormón. Expliquen que no es una
novela ni un libro de historia; es otro testamento de Jesucristo. Su
objetivo mismo es “convencer al judío y al gentil de que Jesús es el
Cristo, el Eterno Dios, que se manifiesta a sí mismo a todas las
naciones”16 .
Este libro tiene un poder que puede llegar al corazón y edificar la
vida de aquellos que sinceramente buscan la verdad. Inviten a su amigo a
leerlo con oración.
El
profeta José Smith dijo “que el Libro de Mormón era el más correcto de
todos los libros sobre la tierra, y la clave de nuestra religión; y que
un hombre se acercaría más a Dios al seguir sus preceptos que los de
cualquier otro libro”17.
El Libro de Mormón enseña sobre la expiación de Jesucristo y es el
instrumento por el cual Dios cumplirá Su antigua promesa de reunir al
Israel disperso en estos últimos días18.
Hace
muchos años, dos colegas —una enfermera y su esposo que era médico— me
preguntaron por qué vivía como lo hacía. Respondí: “Porque sé que el
Libro de Mormón es verdadero”. Les presté mi ejemplar del libro y los
invité a leerlo. Una semana después me devolvieron mi libro con un
cortés “muchas gracias”.
Yo
contesté: “ ‘¿Qué quieren decir con: Muchas gracias’? Ésa es una
respuesta absolutamente inapropiada para alguien que ha leído este
libro. ¡Ustedes no lo leyeron!, ¿verdad? Por favor, llévenlo de nuevo y
léanlo; después me gustaría que me lo devolvieran”.
Admitieron
que sólo habían dado vuelta las páginas y aceptaron mi invitación. Al
regresar, entre lágrimas, dijeron: “Hemos leído el Libro de Mormón.
¡Sabemos que es verdad! Queremos saber más”. Aprendieron más y tuve el
privilegio de bautizarlos a los dos.
Otra
manera de compartir el Evangelio es invitar amigos a reunirse con los
misioneros en la casa de ustedes. A ellos se los llama y prepara para
enseñar el Evangelio. Los amigos de ustedes, en la comodidad de su casa y
con su apoyo constante, pueden emprender el camino hacia la salvación y
la exaltación. El Señor dijo: “Y sois llamados para efectuar el
recogimiento de mis escogidos; porque éstos escuchan mi voz y no
endurecen su corazón”19.
Las Escrituras nos dicen que “todavía hay muchos en la tierra… que… no llegan a la verdad sólo porque no saben dónde hallarla”20. ¿No es esa su oportunidad? ¡Ustedes pueden convertirse para ellos en discípulos de descubrimiento!
En
esta época de internet, hay muchos modos nuevos y emocionantes de hacer
la obra misional. Pueden invitar a amigos y vecinos a visitar el nuevo
sitio de mormon.org. Si tienen blogs o redes sociales de internet,
pueden colocar enlaces a mormon.org. Y allí pueden crear su propio
perfil. En el perfil se expresan las creencias, se incluye una
experiencia y el testimonio. Gracias a esta nueva función, la mayoría de
estos perfiles están disponibles en inglés. Más adelante se incluirán
perfiles en otros idiomas.
Estos
perfiles pueden tener una gran influencia para bien. Hace dos meses, un
joven llamado Zac, que recién empieza la universidad, vio un aviso de
mormon.org en la televisión, en Baton Rouge, Luisiana. Se conectó al
sitio y le llamaron la atención los perfiles de miembros de la Iglesia.
En el sitio web encontró un enlace que le informaba a qué capilla podía
ir. El siguiente domingo, de camisa blanca y corbata, fue a la capilla,
le presentaron a los miembros del barrio y disfrutó de las tres horas de
las reuniones. Lo invitaron a cenar a la casa de un miembro, tras lo
cual tuvo su primera lección misional. En menos de dos semanas fue
bautizado y confirmado miembro de la Iglesia21. ¡Bienvenido, Zac! (Él está escuchando.)
Cada
seguidor ejemplar de Jesucristo puede ser un miembro misionero eficaz.
Los miembros y los misioneros pueden trabajar juntos y llevar las
bendiciones del Evangelio a queridos amigos y vecinos. Muchos de ellos
son de Israel, que ya se está recogiendo como se prometió. Todo esto es
parte de la preparación para la segunda venida del Señor22. Él desea que cada uno de nosotros sea un verdadero ejemplo de los creyentes.
Sé
que Dios vive. Jesús es el Cristo. Ésta es Su Iglesia. El Libro de
Mormón es verdadero. José Smith lo tradujo y es el profeta de esta
última dispensación. El presidente Thomas S. Monson es el profeta de
Dios en la actualidad. De esto testifico, en el sagrado nombre de
Jesucristo. Amén.
https://www.lds.org/general-conference/2010/10/be-thou-an-example-of-the-believers?lang=spa#watch=video,
NOTAS
1. Mateo 28:19–20.
2. Véase Hechos 9:3–18.
3. Hechos 9:1.
4. 1 Timoteo 4:12; cursiva agregada.
5. Predicad Mi Evangelio: Una guía para el servicio misional, 2004, pág. 2.
6. Véase Doctrina y Convenios 14:7.
7. Moisés 1:39.
8. Lucas 10:2.
9. Doctrina y Convenios 4:2.
10. Alma 5:19.
11. Véase Mateo 5:16; Alma 7:24.
12. Véase Doctrina y Convenios 81:11.
13. 1 Pedro 3:15.
14. Véase 2 Nefi 31:2, 21.
15. Juan 1:39. Para esta estructura, véase también Apocalipsis 6:1, 3, 5, 7.
16. Portada del Libro de Mormón.
17. Introducción al Libro de Mormón
18. Véase 3 Nefi 21:1–7. Adviértase que estos siete versículos forman una frase.
19. Doctrina y Convenios 29:7.
20. Doctrina y Convenios 123:12.
21. Comunicación personal de William G. Woods, Presidente de la Misión Luisiana Baton Rouge.
22. Véase Malaquías 4:5; 3 Nefi 25:5; Doctrina y Convenios 2:1; 110:14–16; 128:17; 138:46; José Smith—Historia 1:38.
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