miércoles, 24 de enero de 2018

Aprendizaje Inteligente y Seminario Super Genius

Te quiero invitar a que veas por ti mismo o misma lo que te estoy diciendo, anda a google, y busca "aprendizaje inteligente".
Para hacertelo más fácil, aquí está el enlace:

https://www.google.com.mx/search?q=aprendizaje+inteligente&oq=aprendizaje+knteligente&aqs=chrome.1.69i57j0l3.6665j0j9&sourceid=chrome-mobile&ie=UTF-8

Hace como 7 años mas o menos, mi papá me llevó junto a mis hermanitos por media hora a ver a un hombre quien mostraba lo que quería decir en su libro "Aprendizaje Inteligente". Hasta ese momento, no leí su libro, no entendía que quería mi papá, yo era una "adolescente".
De todo lo que vi esa tarde, lo que mas me impresionó, fue que me aprendí un texto bastante largo, en 10 minutos o 20 no recuerdo exacto, siguiendo lo que nos enseñaban unas couch quienes ya habían aprendido de Pablo.
El contexto en mi país en ese tiempo, era que los jóvenes estábamos comenzando a hacer marchas pidiendo educación gratuita y de calidad, yo iba a colegios de municipalidad, con muchos jóvenes de escasos recursos o recursos muy ajustados, por lo que me acerque a Pablo diciéndole "ojalá que muchos jóvenes de colegios pobres recibieran esto que tu das", y luego de eso, recuerdo ver su cara siempre sonriente, me dijo que asistiera a su seminario "Super Genius" gratis. (Era súper caro para lo que ganaban mis papas, eran sus sueldos juntos, osea iban puras familias cuicas, osea como se dice en México, fresonas).

Fui al Seminario.
Cambió mi Vida, mi visión, mi mentalidad.
Logré muchas metas personales.

Muchas cosas de hoy, que me hacen muy feliz, y me llenan el alma, son producto de que aprendí a Aprender, y desde ese seminario hasta ahora, tengo un papel que dice que yo "Soy una Super Genius", y sí, me la creí, y aún me la quiero creer.

Bueno, la verdad no ayudé a Pablo en el "ojalá que lo que tu traes, llegue a los demás jóvenes en los colegios pobres". Me arrepiento mucho por eso. Pero creo que la Vida me trae nuevas oportunidades para hacerlo.

Nací dentro de la cultura mormona, por lo que mis deseos y sueños son típicos y normales de una persona mormona, en cada una de sus etapas. Por ejemplo, cuando era niña y adolescente, soñaba con ser misionera cuando tuviera la edad adecuada. Y formar mi familia, que mi esposo sea un fiel poseedor del Sacerdocio y con ser Mamá.

En el Seminario Súper Genio, nos hicieron crear nuestro propio "Visionboard", osea, en una hoja de block, pegamos imágenes recortadas de revistas, cada imagen decía un sueño, y hasta ahora he logrado varios, pero aun me faltan.

Cuando miro a Victor, y siento su amor por mi, me siento tan feliz, tan bien, y todo es tan maravilloso. Lo mismo siento con Leónidas, nuestro bebé.

Cuando recuerdo mi misión, aunque fue diferente a lo normal, me siento tan agradecida por estar ahí, y porque Dios me permitió saber y ver cosas que de otra manera no lo hubiera hecho, obtuve experiencias y amigos que me ayudaron a crecer, mejorar, y comprender mucho mas de lo que eran mis expectativas <3

He vivido en 3 países diferentes, aprendiendo de sus completamente diferentes culturas, y sí, siento que me han enriquecido el alma.

Estos son algunos de mis tantos sueños y deseos mas sinceros que tuve desde niña, y que no sabía que podía lograr. Pero también sé, que mucho ha influido Dios, el me ha bendecido a medida que he sido obediente a sus principios de verdad y luz, que en las escrituras los profetas llaman Mandamientos, y que en el mundo llaman "valores o estrategias correctas".

Pero eso es lo que está en mi mente, y en mi alma, ir al seminario me ayudó de tal manera que lo pude aplicar a mi propio modo de vivir, y él no es mormón, el no enseñó cosas mormonas, sino que entregó herramientas que a muchos le ha resultado, como hacer un VisionBoard o estrategias para memorizar que son muy prácticas.

En mi opinión, Mamiko y Pablo son muy inteligentes y que bueno que ellos atraves de su negocio, logran ayudar a que las personas crean en si mismas, y logren mucho mas de lo que ellos pensaban, o dicho de otra forma, alcancen su potencial.

Te recomiendo leer este Libro, e ir al seminario, porque hay "Verdad y Luz", y a mi parecer, es lo que mas nos ayuda a todos los seres humanos que deseamos progresar :)

Bueno eso quería compartir. Un gran abrazo. Lindo día!!

ESCOJAN LA VIDA ETERNA

Randall K. Benett, de los 70


Su destino eterno no será el resultado de la casualidad sino de la elección. ¡Nunca es demasiado tarde para empezar a escoger la vida eterna!

Hace años, mientras estaba en la playa con mi familia, noté que había señales y banderas que nos advertían de una fuerte corriente que fluía desde la orilla hacía aguas profundas y turbulentas. Invisible para mis ojos inexpertos, pero fácil de detectar para los salvavidas o socorristas que estaban en una torre de vigilancia cercana, la poderosa corriente representaba un peligro para todos los que dejaran la seguridad de la orilla y entraran en el agua. Recuerdo que pensé: “Soy un nadador fuerte. Nadar será un excelente ejercicio y estaré seguro en el agua poco profunda”.

Haciendo caso omiso de las advertencias, y teniendo confianza en mi propio juicio, entré en el agua para disfrutar de un “refrescante” chapuzón. Después de algunos minutos, levanté la mirada para ubicar a mi familia en la playa cercana, ¡pero la playa ya no estaba cerca! La corriente engañosa de la que se me había advertido me había atrapado y estaba alejándome de mi familia rápidamente.

Confiadamente al principio y luego con desesperación, traté de nadar hacia la orilla, pero la inclemente corriente me arrastraba cada vez más lejos hacia aguas más profundas y turbulentas. Quedé exhausto y comencé a ahogarme con el agua que tragaba. Ahogarse se convirtió en una posibilidad real. Al final, cuando se me agotaron las energías, pedí ayuda desesperadamente.

Como si fuera un milagro, de inmediato un socorrista se apareció a mi lado. No sabía que él me había observado entrar en el agua. Él sabía que la corriente me atraparía y sabía adónde me llevaría. Evitando la corriente, nadó alrededor y un poco más allá de donde yo estaba luchando, entonces pacientemente esperó mi llamado de ayuda. Demasiado débil para nadar solo hasta la orilla, me sentí muy agradecido por su rescate. Sin su ayuda nunca habría regresado a mi familia.

Ese día tomé una decisión pobre que produjo consecuencias potencialmente graves para mí y para mi familia. Ahora, al analizar juntos el don de escoger, ruego que el Espíritu Santo nos ayude a cada uno de nosotros a evaluar las elecciones que hacemos.

Nuestro amado profeta, el presidente Thomas S. Monson, nos ha enseñado: “No puedo poner suficiente énfasis en que las decisiones determinan el destino. No se puede tomar decisiones eternas sin que haya consecuencias eternas”1.

Cada uno de ustedes, como se nos enseñó en esta conferencia, es un amado hijo o hija procreados como espíritu por padres celestiales. Tienen una naturaleza y un destino divinos2. Durante su vida premortal aprendieron a amar la verdad; tomaron decisiones eternas correctas; sabían que en esta vida terrenal habría aflicciones y adversidad, dolor y sufrimiento, pruebas y desafíos para ayudarlos a crecer y progresar; sabían también que podrían seguir tomando decisiones correctas, arrepentirse de las decisiones incorrectas y, mediante la expiación de Jesucristo, heredar la vida eterna.

¿Qué enseñó el profeta Lehi sobre el escoger? Él advirtió que somos “libres para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo”. Luego instruyó: “…quisiera que confiaseis en el gran Mediador y que escuchaseis sus grandes mandamientos; y sed fieles a sus palabras y escoged la vida eterna3.

Hermanos y hermanas, en lo que escogemos pensar, sentir y hacer, ¿estamos escogiendo la vida eterna?

Nuestros nietos están aprendiendo que cuando toman una decisión, a la vez escogen sus consecuencias. Hace poco, una de nuestras nietas de 3 años se negó a comer la cena. Su madre le explicó: “Ya es casi la hora de dormir. Si escoges comer, elegirás helado de postre. Si escoges no comer la cena, elegirás irte a la cama ahora sin comer helado”. Nuestra nieta consideró sus dos opciones y luego respondió enérgicamente: “Quiero escoger esto: jugar y comer helado solamente y no ir a dormir”.

Hermanos y hermanas, ¿nos gustaría poder jugar y comer helado solamente, nunca ir a dormir y evitar como por arte de magia las consecuencias como la malnutrición y el agotamiento?

En realidad sólo tenemos dos opciones eternas, cada una con consecuencias eternas: escoger seguir al Salvador del mundo y, por lo tanto, escoger la vida eterna con nuestro Padre Celestial, o escoger seguir al mundo y, por lo tanto, escoger alejarnos del Padre Celestial eternamente.

No podemos escoger con éxito tanto la seguridad de la rectitud como los peligros de la mundanidad sin problemas. Andar en la mundanidad podría parecer inofensivo, pero así parecía mi “refrescante” chapuzón.

Como la corriente que pudo haber cambiado el curso de la vida de mi familia, las corrientes actuales de la mundanidad, las filosofías engañosas, las enseñanzas falsas y la inmoralidad descontrolada buscan alejarnos y separarnos eternamente de nuestra familia y de nuestro Padre Celestial.

Nuestros profetas, videntes y reveladores vivientes ven y procuran advertirnos de las corrientes mundanas que nos acechan y que suelen ser sutiles pero peligrosas. Ellos nos invitan, motivan, enseñan, recuerdan y advierten con amor; saben que nuestra seguridad depende de que escojamos seguir (1) las impresiones que recibamos al estudiar las Escrituras, meditar y orar a diario, (2) la guía del Espíritu Santo, y (3) el consejo profético de ellos; saben que existe seguridad y, en última instancia, gozo solamente en nuestro Salvador Jesucristo y mediante Él, y al vivir Su evangelio. Como recién enseñó el élder Dallin H. Oaks, nuestro Salvador declaró: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”4.

Durante la adversidad y el sufrimiento de la Rusia post-soviética, Anatoly y Svetlana Reshetnikov escogieron la rectitud en lugar de la mundanidad. Después de unirse a la Iglesia fueron perseguidos y él fue depuesto de su posición en el trabajo. Con valentía pensaron: “¡Ahora tenemos más tiempo para servir a Dios!”. Recibían amenazas con frecuencia, sin embargo, escogieron vivir una vida centrada en el Evangelio. El élder Anatoly Reshetnikov fue llamado como el primer Setenta de Área ruso. Mediante sus decisiones, la familia Reshetnikov sigue escogiendo la vida eterna.

Todos enfrentamos adversidades, todos tenemos tentaciones y todos cometemos errores. Nunca es demasiado difícil ni demasiado tarde para tomar decisiones correctas. El arrepentimiento es una de esas decisiones correctas vitales.

El presidente Dieter F. Uchtdorf enseñó:

“Los pequeños errores y las desviaciones insignificantes que nos apartan de la doctrina del evangelio de Jesucristo pueden acarrearnos consecuencias dolorosas; por ello, es de suma importancia que seamos lo suficientemente disciplinados para hacer correcciones tempranas y decisivas para volver al curso correcto y no esperar o desear que los errores se corrijan solos.

“Cuanto más demoremos las medidas correctivas, más grandes serán los cambios necesarios y más tiempo tomará volver al curso correcto, incluso hasta tal punto en que se podría avecinar un desastre”5.

Los brazos de misericordia del Salvador siempre están extendidos hacia cada uno de nosotros6. Cuando nos arrepentimos sincera y cabalmente, podemos ser totalmente perdonados por nuestros errores y el Señor no los recordará más7.

Al evaluar sus elecciones y consecuencias, podrían preguntarse:

¿Busco orientación divina mediante el estudio de las Escrituras, meditándolas y orando a diario o he optado por estar tan ocupado o ser tan indiferente que no estudio las palabras de Cristo, no las medito ni converso con mi Padre Celestial?

¿Escojo seguir el consejo de los profetas vivientes de Dios o sigo los caminos del mundo y las opiniones opuestas de los demás?

¿Busco la guía del Espíritu Santo a diario en lo que escojo pensar, sentir y hacer?

¿Busco constantemente la forma de ayudar, servir o ayudar a rescatar a otras personas?

Mis queridos hermanos y hermanas, su destino eterno no será el resultado de la casualidad sino de la elección. ¡Nunca es demasiado tarde para empezar a escoger la vida eterna!

Expreso mi testimonio de que, debido al gran plan de felicidad de nuestro Padre Celestial, cada uno de nosotros puede ser perfeccionado mediante la expiación de Jesucristo. Podemos vivir eternamente en la presencia de nuestro Padre Celestial y recibir una plenitud de gozo con nuestra familia. De ello testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.




lunes, 22 de enero de 2018

ENTONCES, JESÚS MIRÁNDOLE, LE AMÓ

Por el élder S. Mark Palmer De los Setenta. 

Abril 2017 

En cualquier momento que sientan que se les pide hacer algo difícil, piensen en el Señor que los mira, los ama y los invita a que lo sigan a Él.

Hace algunos años fui llamado, junto con mi esposa, Jacqui, a presidir la Misión Washington Spokane. Llegamos al campo misional con un mezcla de temor y emoción ante la responsabilidad de trabajar con tantos extraordinarios jóvenes misioneros, quienes tenían muchos y diversos orígenes y a quienes rápidamente acogimos como nuestros propios hijos e hijas.

Aunque a la mayoría le iba de maravilla, algunos tenían dificultades con las elevadas expectativas de su llamamiento. Recuerdo que un misionero me dijo: “Presidente, sencillamente no me gusta la gente”. Algunos me dijeron que no tenían el deseo de seguir las estrictas normas misionales. Me preocupé y me preguntaba qué podríamos hacer para cambiar el corazón de aquellos misioneros que no habían aprendido todavía el gozo de ser obedientes.

Un día, mientras conducía por los ondulantes y hermosos campos de trigo en el límite entre Washington y Idaho, estaba escuchando una grabación del Nuevo Testamento. Mientras escuchaba el conocido relato del joven rico que va al Salvador a preguntarle qué podría hacer para tener la vida eterna, recibí una inesperada y profunda revelación personal que ahora constituye un recuerdo sagrado.

Después de escuchar a Jesús recitar los mandamientos y la respuesta del joven rico que los había guardado desde su juventud, escuché la tierna corrección del Salvador: “Una cosa te falta: … vende todo lo que tienes y… ven, sígueme”1; pero para asombro mío, más bien escuché cinco palabras antes de esa parte del versículo que pareciera que nunca las había escuchado o leído antes. Era como si se hubieran agregado a las Escrituras. Me maravillé ante la comprensión inspirada que luego se desarrolló.

¿Cuáles fueron esas cinco palabras que tuvieron un efecto tan profundo? Escuchen para ver si pueden reconocer esas palabras, en apariencia comunes, que no se hallan en los otros relatos de los Evangelios, sino solo en el Evangelio de Marcos.

“… vino uno corriendo… [y] le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

“Y Jesús le dijo…

“Los mandamientos sabes: No cometas adulterio. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.

“Él entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.

Entonces Jesús, mirándole, le amó y le dijo: ve, vende todo lo que tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz”2.

“Entonces, Jesús, mirándole, le amó.

Mientras escuchaba esas palabras, una imagen vívida llenó mi mente de nuestro Señor deteniéndose y mirando a ese joven rico. Mirando, como si estuviera viendo en lo profundo de su alma de manera penetrante, reconociendo su bondad y también su potencial, así como discerniendo su necesidad más importante.

Entonces las sencillas palabras, Jesús le amó. Él sintió un amor y una compasión incontenibles por ese buen joven, y debido a ese amor, y con ese amor, Jesús le pidió aún más. Me imagino lo que le debe haber parecido a ese joven sentirse inmerso en ese amor, incluso mientras se le pedía que hiciera algo sumamente difícil como vender todo lo que poseía y dárselo a los pobres.

En ese momento, supe que no solo era el corazón de algunos de nuestros misioneros que necesitaban cambiar, sino también el mío. La pregunta ya no era “¿Cómo logra un frustrado presidente de misión que un misionero con dificultades se comporte mejor?” Por el contrario, la pregunta era “¿Cómo puedo llenarme de un amor semejante al de Cristo, para que un misionero pueda sentir el amor de Dios y desee cambiar?”. ¿Cómo puedo mirarlo o mirarla de la misma manera que el Señor miró al joven rico, verlos cómo son en realidad y quiénes pueden llegar a ser, en vez de solo lo que hacen o dejan de hacer? ¿Cómo puedo ser más como el Salvador?

“Entonces, Jesús, mirándole, le amó”.

Desde ese momento en adelante, cuando me sentaba frente a un misionero que tenía dificultades con algún aspecto de la obediencia, en mi corazón ahora veía a un joven o a una jovencita fiel que había actuado con el deseo de venir a una misión. Entonces pude decir con todo el sentimiento como el de un padre tierno:3 “Élder, o hermana, si no lo amara, no me importaría lo que sucede en su misión, pero lo amo, y porque lo amo, me importa lo que usted se convierta. Así que lo invito a cambiar aquellos aspectos que le son difíciles y llegue a ser lo que el Señor desea que usted sea”.

Cada vez que iba a entrevistar a los misioneros, primero oraba por el don de caridad y para que pudiera ver a cada élder y hermana como el Señor los ve.

Antes de las conferencias de zona, mientras la hermana Palmer y yo saludábamos a cada misionero, uno por uno, me detenía y Ios observaba fijamente a los ojos, mirándolos —en una entrevista sin palabras— y luego sin excepción, me llenaba de un gran amor por esos preciados hijos e hijas de Dios.

De esta experiencia sumamente personal con Marcos capítulo 10, he aprendido muchas lecciones que me han cambiado la vida. Estas son cuatro de esas lecciones que creo nos ayudarán a cada uno:

Conforme veamos a los demás como el Señor los ve, en vez de verlos con nuestros propios ojos, nuestro amor por ellos crecerá y de igual manera nuestro deseo de ayudarlos.Veremos el potencial en los demás que probablemente no vean en sí mismos. Con un amor semejante al de Cristo no tendremos temor de hablar con audacia, porque “el perfecto amor echa fuera el temor”4. Nunca nos daremos por vencidos al recordar que aquellos a quienes nos resulta más difícil amar son los que más lo necesitan.

No se producirá ni la enseñanza ni el aprendizaje verdaderos cuando se den con frustración o enojo, y los corazones no cambiarán donde el amor no esté presente. Ya sea que obremos en nuestra función de padres, maestros o líderes, la verdadera enseñanza se producirá solamente en una atmósfera de confianza en vez de condena. Nuestras casas siempre deben ser refugios seguros para nuestros hijos, no entornos hostiles.

El amor nunca debe retirarse si un hijo, un amigo o un familiar no está a la altura de nuestras expectativas. No sabemos lo que le sucedió al joven rico después de que se fue apesadumbrado, pero estoy seguro de que Jesús todavía lo amaba perfectamente, aun si eligió el camino más fácil. Quizás más adelante en su vida, al descubrir que sus posesiones carecían de sentido, recordó y obró conforme a la singular experiencia de Su Señor, que lo miró, lo amó y lo invitó a seguirlo.

Porque nos ama, el Señor espera mucho de nosotros. Si somos humildes, agradeceremos la invitación del Señor de arrepentirnos, de sacrificarnos y de servir, como evidencia de Su amor perfecto por nosotros. Después de todo, una invitación a arrepentirnos es también una invitación a recibir el maravilloso don del perdón y de la paz. Por consiguiente: “… no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él. Porque el Señor al que ama, disciplina”5.

Mis queridos hermanos y hermanas, en cualquier momento que sientan que se les pide hacer algo difícil —dejar un mal hábito o una adicción, dejar de lado las actividades del mundo, sacrificar una actividad preferida porque es el día de reposo, perdonar a alguien que ha sido injusto con ustedes— piensen en el Señor que los mira, los ama y los invita a que abandonen aquello y lo sigan a Él. Agradézcanle por amarlos tanto como para invitarlos a que hagan más.

Testifico de nuestro Salvador, Jesucristo y anhelo el día en que nos abrace a cada uno de nosotros, nos mire y nos rodee con Su amorperfecto. En el nombre de Jesucristo. Amén.

https://www.lds.org/general-conference/2017/04/then-jesus-beholding-him-loved-him?lang=spa



Y ESTA ES LA VIDA ETERNA

C. Scott Grow. 70'. Abril 2017

Dios los conoce y los invita a conocerle a Él.

Les hablo a ustedes, la nueva generación, los jóvenes y jóvenes adultos, solteros o casados, quienes son los futuros líderes de esta, la Iglesia del Señor. Con toda la iniquidad, caos, miedo y confusión que hay en el mundo hoy, les hablaré con claridad sobre la majestad y la bendición de llegar a conocer a Dios.

Jesucristo enseñó muchas verdades que explican el plan de felicidad del Padre Celestial y el lugar de ustedes en dicho plan. Voy a centrarme en dos de ellas para ayudarles a comprender su identidad como hijos de Dios y conocer su propósito en la vida.

Primero: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”1.

Segundo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”2.

Tengan en mente estas verdades —que enseñan por qué mientras trato de describir cómo podemos llegar a conocer a Dios, ustedes y todos nosotros.

Conozcámosle mediante la oración

Mis jóvenes amigos, podemos comenzar a conocer a Dios mediante la oración.

El 7 de abril de 1829, Oliver Cowdery, a sus 22 años, comenzó sus labores como escribiente de José Smith, quien tenía 23 años. Eran jóvenes igual que ustedes. Oliver pidió una confirmación de Dios en cuanto a la Restauración y su obra en ella. Como respuesta, recibió la siguiente revelación:

“He aquí, tú sabes que me has preguntado y yo te iluminé la mente…

“Sí, te las digo para que sepas que no hay quien conozca tus pensamientos y las intenciones de tu corazón sino Dios…

“… De cierto, de cierto te digo: Si deseas más testimonio, piensa en la noche en que me imploraste en tu corazón…

¿No hablé paz a tu mente…? ¿Qué mayor testimonio puedes tener que de Dios?”3.

Cuando ustedes oran con fe, sienten el amor de Dios a medida que Su Espíritu les habla a su alma. A pesar de lo solos o inseguros que a veces puedan sentirse, no están solos en este mundo. Dios los conoce a ustedes personalmente. Al orar, ustedes llegarán a conocerle a Él.

Conozcámosle mediante el estudio de las Escrituras

Al estudiar las Escrituras, no solamente aprenden acerca del Salvador, sino que en realidad llegan a conocer al Salvador.

En abril de 1985, el élder Bruce R. McConkie tomó la palabra en la conferencia general apenas 13 días antes de morir. Concluyó con este testimonio:

“Soy uno de Sus testigos, y en un día cercano palparé las marcas de los clavos en Sus manos y en Sus pies y bañaré Sus pies con mis lágrimas.

“Pero en ese momento mi conocimiento no será más firme de lo que actualmente es, de que Él es el Hijo Todopoderoso de Dios, que es nuestro Salvador y Redentor, y que la salvación se logra por Su sangre expiatoria y mediante ella, y por ningún otro medio4.

Aquellos de nosotros que escuchamos al élder McConkie hablar así ese día nunca hemos olvidado cómo nos sentimos. Al comenzar su discurso, reveló por qué su testimonio era tan poderoso. Dijo:

“Para hablar de estas cosas maravillosas, usaré mis propias palabras, aunque quizás crean que son de las Escrituras…

“Es cierto que otros las pronunciaron antes, pero ahora son mías, pues el Santo Espíritu de Dios me ha testificado que son verdaderas, y ahora es como si el Señor me las hubiera revelado a mí en primera instancia; por tanto, he escuchadoSu voz y conozco su palabra”5.

Al estudiar y meditar las Escrituras, ustedes también escucharán la voz de Dios, conocerán Sus palabras y llegarán a conocerlo a Él. Dios revelará Sus verdades eternas a ustedes personalmente. Estas doctrinas y principios llegarán a formar parte de quiénes son ustedes y emanarán de su propia alma.

Además del estudio individual, estudiar las Escrituras en familia es importante.

En nuestro hogar deseábamos que nuestros hijos aprendieran a reconocer la voz del Espíritu. Creemos que esto sucedió a medida que estudiábamos el Libro de Mormón cada día en familia; nuestro testimonio se fortalecía al hablar de verdades sagradas.

El estudio de las Escrituras se convierte en el canal mediante el cual el Espíritu nos imparte a cada uno de nosotros una tutoría personalizada. A medida que estudien las Escrituras cada día, solos y con su familia, ustedes llegarán a reconocer la voz del Espíritu y a conocer a Dios.

Conozcámosle haciendo Su voluntad

Además de orar y estudiar las Escrituras, debemos la voluntad de Dios.

El Salvador es nuestro ejemplo perfecto. Él dijo: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”6.

Cuando el Salvador resucitado se apareció a los nefitas, dijo: “Y he aquí, soy la luz y la vida del mundo; y he bebido de la amarga copa que el Padre me ha dado, y he glorificado al Padre, tomando sobre mí los pecados del mundo, con lo cual me he sometido a la voluntad del Padre en todas las cosas desde el principio”7.

Ustedes y yo hacemos la voluntad del Padre al honrar nuestros convenios, guardar los mandamientos y servir a Dios y a nuestros semejantes.

Mi esposa, Rhonda, y yo tenemos unos padres que son personas normales, probablemente muy parecidos a los padres de ustedes. No obstante, una cosa que me encanta de nuestros padres es que dedicaron sus vidas a servir a Dios y nos enseñaron a hacer lo mismo.

Cuando los padres de Rhonda llevaban solamente dos años de casados, el padre de Rhonda, que tenía 23 años, fue llamado a servir una misión de tiempo completo y dejó a su joven esposa y a su hija de dos años. Entonces su esposa fue llamada a servir con él durante los últimos siete meses de su misión, y dejaron a su hija al cuidado de familiares.

Unos años más tarde, ya con cuatrohijos, se mudaron a Missoula, Montana, para que su padre pudiera asistir a la universidad. No obstante, llevaban allí solamente unos meses cuando el presidente Spencer W. Kimball y el élder Mark E. Petersen extendieron un llamamiento a mi suegro para que fuera el primer presidente de la recién creada estaca Missoula. Él tenía tan solo 34 años; dejó de lado la perspectiva de la universidad para procurar hacer la voluntad del Señor y no la suya propia.

Mis padres han servido en el templo durante más de treinta años—papá como sellador, mamá como obrera de ordenanzas. También prestaron servicio juntos en cinco misiones de tiempo completo: en Riverside, California; Ulán Bator, Mongolia; Nairobi, Kenia; el Templo de Nauvoo, Illinois, así como en el Templo de Monterrey, México. En México se esforzaron mucho por aprender un nuevo idioma, lo que no fue fácil con ochenta años; pero procuraron hacer la voluntad del Señor en vez de satisfacer sus propios deseos en la vida.

A ellos, y a todos los Santos de los Últimos Días tan dedicados que sirven por todo el mundo, les repito las palabras que habló el Señor al profeta Nefi: “Bienaventurado eres tú… por las cosas que has hecho… infatigablemente… [porque no] te has afanado por tu propia vida, antes bien, has procurado mi voluntad y el cumplimiento de mis mandamientos”8.

Conforme procuramos hacer la voluntad de Dios al prestar servicio fielmente a Él y a nuestros semejantes, sentimos Su aprobación y verdaderamente llegamos a conocerle.

Conozcámosle llegando a ser como Él

El Salvador nos dice que la mejor manera de conocer a Dios es llegar a ser como Él. Él enseñó: “Por lo tanto, ¿qué clase de hombres habéis de ser? En verdad os digo, aun como yo soy”9.

La dignidad es esencial para llegar a ser como Él. El Salvador dijo: “[Santificaos]; sí, purificad vuestro corazón y limpiad vuestras manos… ante mí, para que yo os haga limpios”10. Al comenzar el camino de llegar a ser como Él, nos arrepentimos y recibimos Su perdón, y Él limpia nuestras almas.

Para ayudarnos, a medida que progresamos hacia el Padre, el Señor nos hizo esta promesa: “Toda alma que deseche sus pecados y venga a mí, invoque mi nombre, obedezca mi voz y guarde mis mandamientos, verá mi faz y sabráque yo soy”11.

Mediante nuestra fe en Su sacrificio expiatorio, el Salvador nos limpia, nos sana y nos permite conocerle a Él ayudándonos a llegar a ser como Él. Mormón enseñó: “Pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones… para que lleguéis a ser hijos [e hijas] de Dios; para que cuando él aparezca, seamos semejantes a Él”12. A medida que nos esforzamos por llegar a ser como Dios, Él puede hacer de nosotros mucho más de lo que podríamos hacer de nosotros mismos.

Conozcámosle siguiendo el ejemplo de mentores

Para ayudarnos en nuestros esfuerzos, Dios nos ha dado modelos a seguir y mentores. Deseo compartir mis sentimientos acerca de uno de los míos: el élder Neal A. Maxwell. Él procuraba constantemente someter su voluntad a la del Padre en su esfuerzo por llegar a ser como Dios.

Hace más de veinte años, compartió sus sentimientos conmigo justo después de habérsele diagnosticado cáncer. Me dijo: “Quiero estar en el equipo, a este lado [del velo] o al otro lado. No quiero quedarme sentado tras la línea de banda. Quiero jugar el partido”13.

Durante las semanas que siguieron, él se sentía reacio a pedir a Dios que le sanara; solamente deseaba hacer la voluntad de Dios. Su esposa, Colleen, le dijo que el primer clamor de Jesús en el huerto de Getsemaní fue: “Si es posible, pase de mí esta copa”. Solamente después dijo el Salvador: “Pero no sea como yo quiero, sino como 14. Ella alentó al élder Maxwell a seguir el ejemplo del Salvador y pedir alivio, y despuéssometer su voluntad a la voluntad de Dios, y así lo hizo él15.

Tras sufrir al someterse a unos tratamientos extensos y debilitantes durante casi un año, volvió a estar “en el partido” de manera total y completa y prestó servicio durante siete años más.

Durante aquellos años que siguieron, tuve varias asignaciones con él y sentí su bondad, compasión y amor. Observé cómo aumentaba su refinamiento espiritual a través de su sufrimiento continuo y servicio constante, a medida que se esforzaba por llegar a ser como el Salvador.

El ejemplo a seguir y el mentor supremo que todos tenemos a nuestro alcance es nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, quien dijo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”16. “Ven, sígueme”17.

Mis jóvenes hermanos y hermanas, conocer a Dios es una lucha que dura toda una vida. “Y esta es la vida eterna: que [le conozcamos a él]… el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien [el Padre ha] enviado”18.

“¿No hemos de seguir adelante en una causa tan grande?… ¡Valor, [mis jóvenes amigos]; e id adelante, adelante a la victoria!”19.

Dios los conoce y los invita a conocerle a Él. Oren al Padre, estudien las Escrituras, procuren hacer la voluntad de Dios, esfuércense por llegar a ser como el Salvador y sigan a mentores que sean justos. Al hacerlo, ustedes llegarán a conocer a Dios y a Jesucristo, y heredarán la vida eterna. Esta es mi invitación para ustedes como uno que ha sido ordenado testigo especial de Ellos. Ellos viven; y los aman. De esto testifico; en el nombre de Jesucristo. Amén

REFERENCIAS 

Juan 3:16.

Juan 17:3.

Doctrina y Convenios 6:15–16, 22–23.

Bruce R. McConkie, “El poder purificador de Getsemaní”, Liahona, abril de 2011, pág. 19; cursiva agregada.

Bruce R. McConkie, “El poder purificador de Getsemaní”, cursiva agregada.

Juan 6:38.

3 Nefi 11:11; cursiva agregada.

Helamán 10:4.

3 Nefi 27:27.

Doctrina y Convenios 88:74.

Doctrina y Convenios 93:1; cursiva agregada.

Moroni 7:48; cursiva agregada.

Véanse comentarios similares en Bruce C. Hafen, A Disciple’s Life: The Biography of Neal A. Maxwell , 2002, pág. 19.

Mateo 26:39; cursiva agregada.

Véase Bruce C. Hafen, A Disciple’s Life, pág. 15.

Juan 14:6.

Mateo 19:21.

Juan 17:3; cursiva agregada.

Doctrina y Convenios 128:22.

JESUS EL CRISTO

Por Robert L. Backman.
Octubre 1991

“Lo que Cristo desea de nosotros es que nos rindamos a El completa y totalmente, como un don voluntario de confianza, fe y amor.”

Al compilar los registros de los nefitas, Mormón escribió: “He aquí, soy discípulo de Jesucristo, el Hijo de Dios. He sido llamado por el para declarar su palabra entre los de su pueblo, a fin de que puedan alcanzar la vida eterna” (3 Nefi 5:13). Esta declaración humilde pero directa debe expresar los sentimientos de todos los Santos de los Últimos Días: somos discípulos de Cristo llamados a ministrar en Su causa.

CRISTO: MAS QUE UN REY

¿Quién es el Jesús a quien adoramos? Los Santos de los Últimos Días, mas que cualquier otra gente de la tierra, debemos apreciar el significado vital de Jesús de Nazaret: Su misión en el plan de salvación, Su nacimiento de una virgen, Su vida inmaculada, Sus poderosas enseñanzas, Su muerte abnegada, Su gloriosa resurrección, la dirección que da a Su Iglesia.

En el libro The Robe (El manto), del escritor Lloyd Douglas, hay una narración imaginada de la entrada de Jesucristo en Jerusalén, montado en un asno. Entre la alborotada multitud, que ignoraba el significado de ese acontecimiento y de su Personaje principal, conversan dos esclavos griegos:

“¿Lo viste de cerca?”, pregunta el inculto ateniense.

Demetrio afirma … con la cabeza y se aleja …

“¿Es loco?”, insiste el ateniense.

“No”.

“¿Es un rey?”

“No”, murmura Demetrio, …”no es un rey”.

“¿Que es entonces?” …

“No se”, musita Demetrio, … “pero es algo mas importante que un rey” (The Robe, Boston: Houghton Mifflin Company, 1947, pág. 74).

Ciertamente, Jesucristo es mas importante que un rey, es el Hijo de Dios, nuestro Salvador, nuestro Redentor, el autor y consumador de nuestra fe; es el Rey de reyes, Señor de señores, Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz (véase Isaías 9:6).

De esto trata el evangelio; sin El, sin Su intervención por nosotros, estaríamos indefensos como resultado de la transgresión de Adán. Por gracia somos salvos “… por medio de la fe” (Efesios 2:8), o, como escribió Nefi: “… es por la gracia que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos” (2 Nefi 25:23).

“… todas las otras cosas que pertenecen a nuestra religión son únicamente dependencias” del testimonio de Jesús: Su muerte, Su sepultura, Su resurrección y Su ascensión al cielo (Enseñanzas del Profeta José’ Smith, pág. 141).

Una niñita que se equivocó al citar el Salmo veintitrés puso todo en la debida perspectiva, al decir: “Jehová es mi pastor. ¡Y no me hace falta nada mas!” ¿Que mas puede necesitarse? ¿Qué puede ser mas deseable que el elevar hacia Jesús “todo pensamiento”? (D. y C. 6:36).

Al meditar sobre nuestra relación con el Salvador, permitidme describir algunas características que me han ayudado a familiarizarme con El y me han servido de normas para tratar de evaluar mi vida.

Jesús nació de María y tenía el poder de morir. Fue el Unigénito del Padre, el Hijo de Dios, y tenía el poder de vivir y la capacidad de llevar una vida perfecta. Sabemos que “… no recibió de la plenitud al principio, sino continuó de gracia en gracia hasta que recibió la plenitud” (D. y C. 93:13).

En Su juventud, el Señor “… crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52). Durante ese proceso de desarrollo sufrió “… tentaciones, y dolor del cuerpo, hambre, sed y fatiga, aun mas de lo que el hombre puede sufrir …” (Mosíah 3:7). Experimentó todas esas cosas para “que sus entrañas sean llenas de misericordia, según la carne, a fin de que según la carne pueda saber como socorrer a los de su pueblo, de acuerdo con las enfermedades de ellos” (Alma 7:12). No hay nada que nosotros podamos sentir-ni tribulación ni gozo-que El no haya sentido mas intensamente; y Su reacción a esas experiencias fue perfecta. De esa manera, estableció el modelo que debemos seguir.

Durante Su estado mortal, Jesús nos dio Su evangelio y organizó Su Iglesia. Enseñó a Sus discípulos a vivir una vida mas abundante y nos mostró el camino a la felicidad terrenal y a la vida eterna.

MILAGROS

Efectuó muchos milagros, que fueron “un elemento importante en la obra de Jesucristo, porque no solo fueron hechos divinos, sino que formaron parte de la enseñanza divina … Tenían como objeto probar a los judíos que Jesús era el Cristo … Los milagros de sanidades también indican que la ley del amor se relaciona con las circunstancias de la vida. Los milagros fueron y son una respuesta a la fe y a la vez la respaldan”. (Bible Dictionary, “Miracles,” p. 732.)

Pensad en los sentimientos de compasión demostrados en uno de los milagros mas grandes de Cristo, el de levantar a Su amigo Lázaro de la muerte. El compasivo Salvador respondió a los ruegos de Sus amigos, pero también atrasó Su llegada a fin de utilizar la ocasión para enseñar. “… Me alegro por vosotros”, dijo a Sus discípulos, “de no haber estado allí, para que creáis” (Juan 11:15).

Marta, afligida, le dijo con esa fe que caracteriza a 105 niños:

“… Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.

“Mas también se ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.

“Jesús le dijo: Tu hermano resucitara.

“Marta le dijo: Yo se que resucitara en la resurrección, en el día postrero.

“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque este muerto, vivirá” (Juan 11:21-25)

María le expreso sentimientos similares: “… si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano” (Juan 11:32). Y Jesús, viéndolos llorar a ella y a otros “… se estremeció en espíritu y se conmovió” (véase Juan 11:32-35). El interés y la compasión que demostró son maravillosos y alentadores. Jesús, con la palabra de fe y poder, dijo simplemente: “… ¡Lázaro, ven fuera!” (Juan 11:43). Y Lázaro salió. Una vida restaurada estableció una evidencia irrefutable de la divinidad de Cristo para siempre como una base de la fe.

EL SER DISCÍPULOS DEL CRISTO VIVIENTE

Me regocijo con Pablo: “¿Dónde esta, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Corintios 15:55.) Cristo logró la victoria. Se conquisto a la muerte; la vida-la vida eterna-reina victoriosa. Nosotros somos discípulos del Cristo viviente. Aun cuando Su cuerpo se puso en un sepulcro prestado, resucito al tercer día, y apareció a muchos.

Imaginaos en compañía de los discípulos y de otros creyentes el día de la resurrección. Solo han pasado una pocas horas desde que fuisteis testigos de la horrible crucifixión del manso Nazareno. Habéis compartido momentos sin esperanzas, de profundo dolor; estáis confusos, no sabiendo a quien acercaros ni como actuar. Vuestra mente esta oscurecida por las tinieblas y la desesperación. Entonces, aparecen dos discípulos con la noticia de que han conversado con el Señor en el camino de Emaus. ¿Os atrevéis a creer cuando os dicen:

“… Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón”? (Lucas 24:34).

Lucas registra este acontecimiento importante de la siguiente manera:

“Mientras ellos aun hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.

“Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu.

“Pero el les dijo: ¿Por que estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?

“Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.

“Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies” (Lucas 24:36-40).

Esta escena vive en mi corazón, porque anuncia la inmortalidad para todos nosotros. Nos asegura una vida continua después de la muerte, libres de los dolores y tribulaciones del mundo.

LA EXPIACIÓN

Jesús tomó sobre si los pecados de todos nosotros en Getsemaní y en la cruz. El murió para que nosotros viviéramos. ¿Quién de entre nosotros no ha experimentado el dolor del pecado? ¿Quién no necesita desesperadamente el bálsamo del perdón divino para sanar el alma herida? Lehi enseñó a su hijo Jacob:

“Por tanto, la redención viene en y por medio del Santo Mesías, porque el es lleno de gracia y de verdad.

“He aquí, el se ofrece a si mismo en sacrificio por el pecado, para satisfacer las demandas de la ley, por todos los de corazón quebrantado y de espíritu contrito; y por nadie mas responde ante los requerimientos de la ley” (2 Nefi 2:6-7).

El fue el “gran y postrer sacrificio” el “sacrificio infinito y eterno” (véase Alma 34:10) que sólo el Hijo de Dios, sin pecado, podía realizar.

La senda a la vida eterna se abrió por “… el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6).

El camino hacia la vida eterna ha sido abierto por Aquel que es “el camino, y la verdad, y la vida”. ¿Por que no aceptar la invitación a la salvación que hace Pedro: “echando toda vuestra ansiedad sobre el, porque el tiene cuidado de vosotros”? (1 Pedro 5:7).

SU ENCARGO A NOSOTROS

“Por lo tanto, cuan grande es la importancia de dar a conocer estas cosas a los habitantes de la tierra” (2 Nefi 2:8). Jesús demostró ardor misional y el deseo ferviente de que todos los hijos de Dios disfrutaran las bendiciones del evangelio. ¿No es interesante que el ultimo capitulo de cada uno de los evangelios contenga el llamado del Señor resucitado a propagar el evangelio?

En la pared del primer piso de las Oficinas Generales de la Iglesia, en Salt Lake City, se ve un hermoso mural de Jesucristo, como Ser resucitado, entre Sus once Apóstoles, dándoles el impresionante encargo de ser misioneros para todo el mundo:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;

“enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amen” (Mateo 28:19-20).

Los Apóstoles que estaban allí con el Hijo de Dios respondieron a ese llamamiento con fe, valor y poder; leemos que “… fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hechos 4:31). Habían visto a un Ser resucitado; habían comido con El; habían palpado Sus manos y Sus pies. Ellos sabían, y con ese conocimiento testificaron: “porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:20).

¿Se extiende ese encargo a todos nosotros, que también somos Sus discípulos? Quizás no hayamos visto, en persona, al Señor resucitado. Pero el testimonio de Sus testigos escogidos ha quedado grabado en nuestro corazón por medio del Espíritu Santo. Sabemos, y con ese conocimiento también nosotros debemos testificar. ¿Hay alguna duda en nuestra mente de que esta es una de las responsabilidades mayores que disfrutamos por el hecho de ser miembros de Su Iglesia? Empecé citando las palabras de Mormón: “… He sido llamado por el para declarar su palabra entre los de su pueblo, a fin de que puedan alcanzar la vida eterna” (3 Nefi 5:13). Tal es el llamamiento de cada uno de nosotros.

RENDIRNOS A EL

Lo que Cristo desea de nosotros es que nos rindamos a El completa y totalmente, como un don voluntario de confianza, fe y amor. El escritor C. S. Lewis captó el espíritu de esta rendición:

“Cristo dice ‘Date entero a mi No necesito un poco de tu tiempo ni un poco de tu dinero ni un poco de tu trabajo: te quiero a ti. No he venido a atormentar tu yo natural, sino a eliminarlo. No es suficiente rendirse a medias. No quiero cortar una rama aquí y otra allá; quiero todo el árbol. Rinde todo tu yo natural; todos los deseos que consideres inocentes, así como también los que consideres inicuos; todo tu yo. A cambio te daré un nuevo “yo”, de hecho, yo mismo me daré a ti; mi propia voluntad llegara a ser la tuya”’ (Mere Christianity, New York: Collier Books, 1960, págs. 166-167).

YO SE QUE VIVE Mi SEÑOR

Como discípulo de Jesucristo, el Hijo de Dios, expreso mi disposición a someterme a mi Salvador porque confío en El, le creo y lo amo. Digo con Job: “Yo se que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo;

“y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios” (Job 19:25-26). En el nombre de Jesucristo. Amen.

domingo, 14 de enero de 2018

EL PRECIO DEL PODER DEL SACERDOCIO


Presidente Russel M. Nelson, Abril 2016

¿Estamos dispuestos a orar, ayunar, estudiar, buscar, adorar y servir como hombres de Dios para que podamos tener el poder del sacerdocio?

Hace seis meses, en la Conferencia General de octubre de 2015, hablé a las hermanas de la Iglesia acerca de su función divina como mujeres de Dios. Ahora deseo hablarles a ustedes, hermanos, acerca de su función divina como hombres de Dios. Cuando viajo por el mundo, me maravilla la fortaleza y la tremenda bondad de los hombres y niños de esta Iglesia. Simplemente no hay manera de contar los corazones que ustedes han sanado y las vidas que han edificado. ¡Gracias!

En mi mensaje de la conferencia anterior relaté la devastadora experiencia que tuve hace muchos años cuando, siendo cardiocirujano, no puede salvar la vida de dos hermanas pequeñas. Con el permiso del padre de las niñas, me gustaría contarles más acerca de esa familia.

Tres de los hijos de Ruth y Jimmy Hatfield padecían una enfermedad cardiaca congénita. Su primer hijo, Jimmy Jr., falleció sin un diagnóstico definitivo. Yo entré en escena cuando los padres buscaban ayuda para sus dos hijas: Laural Ann y su hermana menor, Gay Lynn. Se me partió el corazón cuando ambas niñas fallecieron después de la cirugía1. Con razón, Ruth y Jimmy quedaron destrozados espiritualmente.

Con el tiempo, supe que abrigaban cierto resentimiento hacia mí y hacia la Iglesia. Durante casi seis décadas me ha atormentado esa situación y he estado afligido por la familia Hatfield. Varias veces traté de comunicarme con ellos, pero sin éxito.

Entonces, una noche de mayo pasado me despertaron esas dos niñas pequeñas desde el otro lado del velo. Aun cuando no las vi ni oí con mis sentidos físicos, sentí su presencia. Espiritualmente, oí sus súplicas; su mensaje fue breve y claro: “¡Hermano Nelson, no estamos selladas a nadie! ¿Puede ayudarnos?”. Poco tiempo después supe que su madre había fallecido, pero que el padre y un hermano menor aún vivían.

Inspirado por las súplicas de Laural Ann y Gay Lynn, intenté comunicarme de nuevo con el padre, de quien supe que vivía con su hijo Shawn. Esta vez estuvieron dispuestos a reunirse conmigo.

En junio, me arrodillé literalmente ante Jimmy, ahora de 88 años, y tuve una conversación sincera con él. Le hablé de las súplicas de sus hijas y le dije que sería un honor para mí efectuar las ordenanzas selladoras por su familia. También le expliqué que se necesitaría tiempo y mucho esfuerzo por parte suya y de su hijo Shawn para estar listos y ser dignos de entrar en el templo, ya que ninguno de ellos había sido investido.

El Espíritu del Señor fue palpable a lo largo de aquella reunión. ¡Y cuando Jimmy y Shawn aceptaron mi ofrecimiento, sentí un gran gozo! Ellos trabajaron diligentemente con su presidente de estaca, el obispo, los maestros orientadores y el líder misional de barrio, así como con los misioneros jóvenes y un matrimonio misionero. Entonces, no hace mucho, tuve el enorme privilegio de sellar a Ruth a Jimmy y a sus cuatro hijos en el Templo de Payson, Utah. Wendy y yo lloramos al participar de aquella sublime experiencia. ¡Aquel día fueron sanados muchos corazones!

Reflexionando en ello, me maravillo de Jimmy y Shawn y de lo que estuvieron dispuestos a hacer. Ellos se han convertido en héroes para mí. Si pudiera ver cumplido el deseo de mi corazón, ese sería que cada hombre y jovencito de esta Iglesia demostrara el valor, la fortaleza y la humildad de ese padre y su hijo. Ellos estuvieron dispuestos a perdonar y a olvidar sus viejas heridas y hábitos; estuvieron dispuestos a someterse a la guía de sus líderes del sacerdocio para que la expiación de Jesucristo pudiera purificarlos y magnificarlos. Cada uno estuvo dispuesto a convertirse en un hombre que porta el sacerdocio con dignidad “según el orden más santo de Dios”2.

Portar significa soportar el peso de aquello que se sostiene. Es una confianza sagrada poseer el sacerdocio, que es el gran poder y la autoridad de Dios. Piensen en esto: el sacerdocio que se nos ha conferido es el mismo podery la misma autoridad por medio de los cuales Dios creó este e innumerables mundos, gobierna los cielos y la tierra, y exalta a Sus hijos obedientes3.

Hace poco, Wendy y yo estábamos en una reunión donde el organista estaba listo y preparado para tocar el himno inicial. Tenía los ojos puestos en la partitura y los dedos sobre las teclas. Empezó a tocar las teclas, pero no salió sonido alguno. Le susurré a Wendy: “No tiene corriente eléctrica”; supuse que algo había interrumpido el flujo de la corriente eléctrica al órgano.

Hermanos: de igual manera, temo que haya demasiados hombres a los que se les ha dado la autoridad del sacerdocio pero que carecen del poder del sacerdocio porque el flujo de poder está bloqueado por pecados tales como la pereza, la falta de honradez, el orgullo, la inmoralidad o la obsesión por las cosas del mundo.

Me temo que hay demasiados poseedores del sacerdocio que han hecho poco o nada por cultivar su capacidad para acceder a los poderes del cielo. Me preocupan todos los que son impuros en sus pensamientos, sentimientos o acciones o que degradan a sus esposas o hijos, interrumpiendo, por tanto, el poder del sacerdocio.

Me temo que son demasiados los que, tristemente, han sometido su albedrío al adversario y dicen con su conducta: “Me preocupa más satisfacer mis propios deseos que ser portador del poder del Salvador para bendecir a los demás”.

Temo, hermanos, que algunos de entre nosotros despierten un día y se den cuenta de lo que en realidad es el poder del sacerdocio y se enfrenten al profundo remordimiento de ver que dedicaron más tiempo a procurar poder sobre otras personas o en el trabajo que a aprender a ejercer plenamente el poder de Dios4. El presidente George Albert Smith enseñó que “no estamos aquí para malgastar las horas de esta vida para luego pasar a una esfera de exaltación, sino que estamos aquí para prepararnos día a día para los puestos que nuestro Padre espera que ocupemos después”5.

¿Por qué un hombre habría de malgastar su vida y preferir, como Esaú, el guisado de lentejas6 cuando se le ha confiado la posibilidad de recibir todas las bendiciones de Abraham?7.

Insto urgentemente a cada uno de nosotros a vivir de acuerdo con nuestros privilegios como poseedores del sacerdocio. En un día futuro, solo aquellos varones que hayan tomado su sacerdocio seriamente, procurando diligentemente ser instruidos por el Señor mismo, serán capaces de bendecir, guiar, proteger, fortalecer y sanar a los demás. Solo el hombre que haya pagado el precio por el poder del sacerdocio será capaz de obrar milagros para aquellos a los que ama y mantener su matrimonio y su familia a salvo, ahora y a lo largo de la eternidad.

¿Cuál es el precio por cultivar tal poder del sacerdocio? El apóstol mayor del Salvador, Pedro, ese mismo Pedro que junto con Santiago y Juan confirieron el Sacerdocio de Melquisedec a José Smith y Oliver Cowdery8, declaró las cualidades que debemos procurar para “ser participantes de la naturaleza divina”9.

Él mencionó la fe, la virtud, el conocimiento, la templanza, la paciencia, la piedad, el afecto fraternal, el amor y la diligencia10. ¡Y no nos olvidemos de la humildad!11Así pues, pregunto: ¿Qué creen que dirían nuestros familiares, amigos y colegas en cuanto a cómo estamos ustedes y yo cultivando esos y otros dones espirituales?12 Cuanto más se cultiven estos atributos, mayor será nuestro poder en el sacerdocio.

¿De qué otra manera podemos aumentar nuestro poder en el sacerdocio? Debemos orar de corazón. La recitación cortés de actividades pasadas y futuras que concluyen con algunas peticiones de bendiciones no puede sustituir el tipo de comunicación con Dios que brinda poder perdurable. ¿Están dispuestos a orar para saber cómo orar por más poder? El Señor les enseñará.

¿Están dispuestos a escudriñar las Escrituras y a deleitarse en las palabras de Cristo13, a estudiar con fervor a fin de tener más poder? ¡Si quieren ver cómo se derrite el corazón de su esposa, permitan que los encuentre estudiando la doctrina de Cristo14 en internet o leyendo las Escrituras!

¿Están dispuestos a adorar en el templo con regularidad? Al Señor le encanta enseñar Él mismo en Su santa casa. Imagínense lo complacido que estaría si ustedes le pidieran que les enseñase acerca de las llaves, de la autoridad y del poder del sacerdocio mientras reciben las ordenanzas del Sacerdocio de Melquisedec en el santo templo15. Imagínense el aumento en poder del sacerdocio que podrían recibir.

¿Están dispuestos a seguir el ejemplo del presidente Thomas S. Monson de servicio a los demás? Durante décadas él ha tomado el camino más largo de regreso a casa, siguiendo las impresiones del Espíritu para llegar a la puerta de alguna persona y entonces oír palabras como: “¿Cómo supo que era el aniversario del fallecimiento de nuestra hija?” o “¿Cómo supo que era mi cumpleaños?”. Si verdaderamente quieren más poder del sacerdocio, apreciarán a su esposa, cuidarán de ella y la abrazarán a ella y su consejo.

Ahora bien, si todo esto les parece excesivo, tengan a bien considerar cuán diferente sería la relación con nuestra esposa, nuestros hijos y compañeros de trabajo si nos preocupara tanto el obtener poder en el sacerdocio como nos preocupa progresar en nuestro empleo o aumentar el saldo de la cuenta bancaria. Si nos presentamos humildemente ante el Señor y le pedimos que nos enseñe, Él nos mostrará cómo aumentar nuestroacceso a Su poder.

Sabemos que en los últimos días habrá terremotos en diversos lugares16. Tal vez uno de esos diversos lugares sea nuestro propio hogar, donde es posible que ocurran “terremotos” emocionales, económicos o espirituales. El poder del sacerdocio puede calmar los mares y reparar las fisuras de la tierra, pero también puede calmar la mente y sanar el corazón de aquellos a los que amamos.

¿Estamos dispuestos a orar, ayunar, estudiar, buscar, adorar y servir como hombres de Dios para que podamos tener ese tipo de poder del sacerdocio? Gracias a que dos niñas pequeñas estaban tan deseosas por sellarse a su familia, su padre y su hermano estuvieron dispuestos a pagar el precio de poseer el santo Sacerdocio de Melquisedec.

Mis queridos hermanos, se nos ha confiado una responsabilidad sagrada: la autoridad de Dios para bendecir a los demás. Ruego que cada uno de nosotros se eleve a la altura del hombre al que Dios nos preordenó que fuéramos, listos para poseer el sacerdocio de Dios con valentía, deseosos por pagar cualquier precio que se requiera para aumentar su poder en el sacerdocio. Con ese poder podemos contribuir a preparar el mundo para la Segunda Venida de nuestro Salvador Jesucristo. Esta es Su Iglesia, dirigida hoy en día por Su profeta, el presidente Thomas S. Monson, a quien amo y sostengo profundamente. De ello testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.

LAS REFERENCIAS 

Véase Russell M. Nelson, “ Una súplica a mis hermanas”, Liahona, noviembre de 2015, pág. 96.

Doctrina y Convenios 84:18.

Véase Deberes y bendiciones del sacerdocio, Partes A y B, 2000; véanse también Alma 13:7–8Doctrina y Convenios 84:17–20, 35–38Moisés 1:33, 35.

Véase Doctrina y Convenios 121:36.

George Albert Smith, en Conference Report, abril de 1905, pág. 62; véase también The Teachings of George Albert Smith, edición de Robert y Susan McIntosh, 1996, pág. 17.

Véase Génesis 25:31–34.

Véanse Génesis 12:317:2–8Gálatas 3:29Nefi 15:14–18Abraham 2:9–11.

Véase Doctrina y Convenios 128:20. El Salvador, Moisés y Elías el Profeta (a veces referido como Elías) entregaron inicialmente las llaves a Pedro, Santiago y Juan en el monte cuando Jesús se transfiguró delante de ellos (véanse Mateo 17:1–4Marcos 9:4–9Lucas 9:28–30Doctrina y Convenios 63:21).

2 Pedro 1:4.

Véase 2 Pedro 1:5–10.

Véase Doctrina y Convenios 4:6(nota: aquí en una revelación a José Smith, el Señor añadió la humildad a la lista de Pedro).

Véanse 1 Corintios 12:4–11Moroni 10:8–17Doctrina y Convenios 46:11.

Véase Nefi 32:3.

Véase Nefi 31:2–21.

Véase Doctrina y Convenios 84:19–20.

Véase Doctrina y Convenios 45:33.

EL SACRIFICIO, Dallin H. Oaks ( Q' 12' )

Abril, 2012

Nuestras vidas de servicio y sacrificio son las expresiones más apropiadas de nuestro compromiso de servir al Maestro y a nuestro prójimo.

El sacrificio expiatorio de Jesucristo ha sido llamado el “más trascendental de todos los acontecimientos desde los albores de la creación hasta las edades interminables de la eternidad”1. Ese sacrificio es el mensaje central de todos los profetas, el cual se representaba de antemano mediante los sacrificios de animales prescritos por la ley de Moisés. Un profeta declaró que el significado completo de ellos “[señalaba] a ese gran y postrer sacrificio… [del] Hijo de Dios, sí, infinito y eterno” (Alma 34:14). Jesucristo soportó un sufrimiento incomprensible para ofrecerse a Sí mismo en sacrificio por los pecados de todos. Ese sacrificio ofreció el bien supremo, el Cordero puro sin mancha, a cambio de la medida suprema de maldad, los pecados de todo el mundo. En las memorables palabras de Eliza R. Snow:

Su vida libremente dio;

Su sangre derramó.

Su sacrificio de amor

al mundo rescató2.

Ese sacrificio, la expiación de Jesucristo, es la parte fundamental del plan de salvación.

El sufrimiento incomprensible de Jesucristo puso fin al sacrificio por derramamiento de sangre, pero no puso fin a la importancia del sacrificio en el plan del Evangelio. Nuestro Salvador nos requiere que continuemos ofreciendo sacrificios, pero los sacrificios que Él manda ahora son que le “[ofrezcamos] un corazón quebrantado y un espíritu contrito” (Nefi 9:20). También nos manda, a cada uno de nosotros, amarnos y prestarnos servicio el uno al otro; de hecho, que ofrezcamos una pequeña imitación de Su propio sacrificio al hacer sacrificios de nuestro propio tiempo y prioridades egoístas. En un inspirado himno cantamos: “Por sacrificios se dan bendiciones”3.

Hablaré de estos sacrificios terrenales que nuestro Salvador pide que hagamos; ello no incluirá sacrificios que nos veamos obligados a hacer, ni acciones que podrían ser motivadas por ventajas personales y no por el servicio y el sacrificio (véase Nefi 26:29).

I.

La fe cristiana tiene una historia de sacrificio, lo cual incluye el sacrificio supremo. En los primeros años de la era cristiana, Roma martirizó a miles a causa de su fe en Jesucristo. Siglos más tarde, cuando las controversias doctrinales dividían a los cristianos, algunos grupos persiguieron y hasta dieron muerte a miembros de otros grupos. Los cristianos asesinados por otros cristianos son los mártires más trágicos de la fe cristiana.

Muchos cristianos han hecho sacrificios de manera voluntaria motivados por la fe en Cristo y el deseo de servirle. Algunos han optado por dedicar toda su vida adulta al servicio del Maestro. Entre ese noble grupo se encuentran quienes integran las órdenes religiosas de la iglesia Católica y quienes han prestado toda una vida de servicio como misioneros cristianos de diversas denominaciones protestantes. Los ejemplos de todos ellos resultan desafiantes e inspiradores, pero no se espera que la mayoría de los creyentes en Cristo dediquen toda la vida al servicio religioso ni tampoco pueden hacerlo.

II.

Para la mayoría de los seguidores de Cristo, nuestros sacrificios abarcan lo que podemos hacer a diario en nuestra vida común y corriente. En ese aspecto, no sé de ningún grupo cuyos miembros hagan más sacrificios que los Santos de los Últimos Días. Sus sacrificios, los sacrificios de ustedes, mis hermanos y hermanas, contrastan con los habituales esfuerzos mundanales que se hacen con el fin de brindar satisfacción personal.

Mis primeros ejemplos son nuestros pioneros mormones; los grandiosos sacrificios de sus vidas, de las relaciones familiares, de sus hogares y de sus comodidades constituyen el fundamento del Evangelio restaurado. Sarah Rich aludió a lo que motivó a aquellos pioneros cuando describió a su esposo, Charles, tras recibir un llamamiento misional que lo llevaría lejos de su hogar: “Ciertamente aquel fue un tiempo de pruebas tanto para mí como para mi esposo; mas el deber nos llamó a separarnos por un tiempo y, sabiendo que [estábamos] obedeciendo la voluntad del Señor, nos sentimos inclinados a sacrificar nuestros propios sentimientos a fin de ayudar a establecer la obra… de ayudar a edificar el reino de Dios sobre la tierra”4.

Hoy, la fuerza más visible de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es el servicio y el sacrificio desinteresados de sus miembros. Antes de la rededicación de uno de nuestros templos, un ministro cristiano le preguntó al presidente Gordon B. Hinckley por qué no había en él ninguna representación de la cruz, el símbolo más común de la fe cristiana. El presidente Hinckley respondió que los símbolos de nuestra fe cristiana son “las vidas de nuestros miembros”5. En verdad, nuestras vidas de servicio y sacrificio son las expresiones más apropiadas de nuestro compromiso de servir al Maestro y a nuestro prójimo.

III.

En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no tenemos un clero con capacitación profesional ni asalariado. Como resultado, los miembros laicos a los que se llama a dirigir y prestar servicio a nuestras congregaciones deben llevar toda la carga de los numerosos programas, reuniones y actividades de la Iglesia. Hacen eso en las más de 14.000 congregaciones que hay sólo en los Estados Unidos y en Canadá. Claro que no somos los únicos que tienen miembros laicos de nuestras congregaciones que sirven como maestros y líderes laicos; pero la cantidad de tiempo que donan nuestros miembros para capacitarse y ministrarse el uno al otro es excepcionalmente grande. Nuestro empeño de que cada familia de nuestras congregaciones reciba la visita de sus maestros orientadores todos los meses y de que cada mujer adulta reciba a las maestras visitantes de la Sociedad de Socorro todos los meses son ejemplos de ello. Desconocemos que haya un servicio semejante en alguna otra organización del mundo.

Los ejemplos más conocidos de servicio y sacrificio excepcionales de los SUD es la obra de nuestros misioneros. Actualmente hay más de 50.000 jóvenes y jovencitas, y más de 5.000 hombres y mujeres mayores que dedican entre seis meses y dos años de su vida para enseñar el evangelio de Jesucristo y prestar servicio humanitario en más de 160 países del mundo. Su labor siempre implica sacrificio, incluso los años que dedican a la obra del Señor, así como los sacrificios que se hacen a fin de proveer los fondos para su sostén.

Quienes permanecen en sus hogares, los padres y otros miembros de la familia, también se sacrifican al tener que privarse de la compañía y el servicio de los misioneros que envían. Por ejemplo, un joven brasileño recibió su llamamiento misional mientras trabajaba para mantener a sus hermanos y hermanas tras el fallecimiento de su padre y de su madre. Una Autoridad General describió cómo esos hijos se reunieron en consejo y recordaron que sus padres ya fallecidos les habían enseñado la forma en que debían estar preparados para servir al Señor. El joven aceptó su llamamiento misional y uno de los hermanos de 16 años tomó sobre sí la responsabilidad de trabajar para mantener a la familia6. La mayoría de nosotros conoce muchos otros ejemplos de sacrificio para prestar servicio en una misión o para mantener a un misionero. Desconocemos que haya en alguna organización del mundo un servicio y un sacrificio de carácter voluntario como éste.

Con frecuencia se nos pregunta: “¿Cómo persuaden a sus jóvenes y a los miembros de mayor edad para que dejen sus estudios o su vida de jubilados y se sacrifiquen de ese modo?”. He oído a muchos dar esta explicación: “Sabiendo lo que el Señor hizo por mí, ofrecer Su gracia al sufrir por mis pecados y al vencer la muerte para que yo pudiera volver a vivir, me siento privilegiado de hacer este pequeño sacrificio que se me pide en el servicio de Él; deseo compartir el entendimiento que Él me ha dado”. ¿Cómo persuadimos a tales seguidores de Cristo para que presten servicio? Como explicó un profeta: “…simplemente se lo pedimos”7.

Otros sacrificios que resultan del servicio misional son los sacrificios que hacen aquellos que actúan movidos por las enseñanzas de los misioneros y se convierten en miembros de la Iglesia. Para muchos conversos, esos sacrificios son muy significativos e incluyen la pérdida de amistades y relaciones familiares.

Hace muchos años, en una de estas conferencias se oyó de un joven que conoció el Evangelio restaurado mientras estudiaba en los Estados Unidos. Cuando este hombre estaba a punto de regresar a su país de origen, el presidente Gordon B. Hinckley le preguntó qué le sucedería cuando volviera a casa siendo cristiano. “Mi familia se decepcionará”, respondió el joven. “Puede que me expulsen y que me den por muerto. En cuanto a mi futuro y mi carrera, quizás se me niegue toda oportunidad”.

“¿Está dispuesto a pagar un precio tan alto por el Evangelio?”, le preguntó el presidente Hinckley.

Con lágrimas en los ojos, el joven le contestó: “Es verdadero, ¿no es así?”. Cuando se le confirmó que sí, agregó: “Entonces, ¿qué importa lo demás?”8. Ése es el espíritu de sacrificio que existe entre muchos de nuestros miembros nuevos.

Otros ejemplos de servicio y sacrificio se observan en la vida de los miembros fieles que prestan servicio en los templos. El servicio en el templo es algo único de los Santos de los Últimos Días, pero el significado de tal sacrificio debe ser entendible para todos los cristianos. Los Santos de los Últimos Días no cuentan con una tradición de servicio en un monasterio, pero aun podemos entender y honrar el sacrificio de aquéllos cuya fe cristiana los motiva a dedicar su vida a esa actividad religiosa.

Hace justo un año, en esta conferencia, el presidente Thomas S. Monson compartió un ejemplo de sacrificio en relación con el servicio en el templo. Un fiel padre Santo de los Últimos Días de una isla remota del Pacífico realizó un arduo trabajo físico durante seis años en un lugar distante a fin de ganar el dinero necesario para llevar a su esposa y 10 hijos a casarse y sellarse por la eternidad en el Templo de Nueva Zelanda. El presidente Monson explicó: “Aquellos que comprenden las bendiciones eternas que se reciben mediante el templo saben que ningún sacrificio es demasiado grande, ningún precio demasiado caro ni ningún esfuerzo demasiado difícil para recibir esas bendiciones”9.

Estoy agradecido por los maravillosos ejemplos de amor, servicio y sacrificio cristianos que he visto entre los Santos de los Últimos Días. Los veo desempeñando sus llamamientos de la Iglesia, a menudo a costa de un gran sacrificio de tiempo y de recursos. Los veo sirviendo en misiones costeadas por ustedes mismos; los veo donando alegremente sus aptitudes profesionales en actos de servicio a su prójimo; los veo atendiendo al pobre mediante esfuerzos personales y al contribuir con los programas de bienestar y humanitario de la Iglesia10. Todo eso se confirma en un estudio a nivel nacional que concluyó que los miembros activos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días “se ofrecen como voluntarios y donan muchísimo más que el estadounidense común y corriente, y que incluso son más generosos en su donación de tiempo y de dinero que las personas religiosas que están en el [20 por ciento del] estrato superior de los Estados Unidos”11.

Tales ejemplos de dar a los demás nos fortalecen a todos y nos recuerdan la enseñanza del Salvador:

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo…

“Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:24–25).

IV.

Tal vez los ejemplos más conocidos e importantes de servicio y de sacrificio desinteresados ocurren en nuestra familia. La madre se dedica a la crianza y al cuidado de los hijos, mientras que el esposo se entrega al sostén de su esposa e hijos. Los sacrificios que existen en ese servicio de importancia eterna para nuestra familia son demasiado numerosos y demasiado conocidos para mencionarlos.

También veo a generosos Santos de los Últimos Días que adoptan niños, incluso aquéllos con necesidades especiales, y que procuran brindar a los niños que tienen bajo su tutela la esperanza y las oportunidades que les fueron negadas en circunstancias anteriores. Los veo atendiendo a familiares y vecinos que tienen defectos congénitos y dolencias mentales y físicas, y a los que sufren los efectos del paso de los años. El Señor también los ve y ha hecho que Sus profetas declaren que “al sacrificarse el uno por el otro y por sus hijos, el Señor los bendecirá”12.

Creo que los Santos de los Últimos Días que dan servicio desinteresado y se sacrifican imitando a nuestro Salvador como forma de adoración, se adhieren a valores eternos en una mayor medida que cualquier otro grupo de personas. Los Santos de los Últimos Días consideran sus sacrificios de tiempo y recursos como parte de su formación y preparación para la eternidad. Ésta es una verdad revelada en Lectures on Faith (Discursos sobre la fe) que enseñan que “una religión que no requiere el sacrificio de todas las cosas nunca tiene el poder suficiente de producir la fe necesaria para llevar a la vida y salvación… [Es] mediante este sacrificio, y sólo éste, que Dios ha ordenado que los hombres gozarán de la vida eterna”13.

Así como el sacrificio expiatorio de Jesucristo es la parte fundamental del plan de salvación, los seguidores de Cristo debemos hacer nuestros propios sacrificios para prepararnos para el destino que ese plan nos proporciona.

Sé que Jesucristo es el Hijo Unigénito de Dios el Padre Eterno. Sé que, debido a Su sacrificio expiatorio, tenemos la certeza de la inmortalidad y la oportunidad de la vida eterna. Él es nuestro Señor, nuestro Salvador y nuestro Redentor, y testifico de Él, en el nombre de Jesucristo. Amén.

LAS REFERENCIAS 

Bruce R. McConkie, The Promised Messiah: The First Coming of Christ, 1981, pág. 218.

“Jesús, en la corte celestial”, Himnos, Nº 116.

“Loor al Profeta”, Himnos, Nº 15.

Sarah Rich, en Guinever Thomas Woolstenhulme, “I Have Seen Many Miracles”, en Richard E. Turley Jr. y Brittany A. Chapman, editores, Women of Faith in the Latter Days: Volume 1, 1775–1820, 2011, pág. 283.

Gordon B. Hinckley, “El símbolo de nuestra fe”, Liahona, abril de 2005, pág. 3.

Véase Harold G. Hillam, “El sacrificio al prestar servicio”, Liahona, noviembre de 1995, pág. 46.

Gordon B. Hinckley, “El milagro de la fe”, Liahona, julio de 2001, pág. 84.

Gordon B. Hinckley, “¿No es acaso la verdad?”, Liahona, julio de 1993, pág. 2; véase también Neil L. Andersen, “Es verdadero, ¿no es así? Entonces, ¿qué importa lo demás?”, Liahona, mayo de 2007, pág. 74.

Thomas S. Monson, “El Santo Templo: Un faro para el mundo”, Liahona, mayo de 2011, pág. 92.

Véase, por ejemplo, Naomi Schaefer Riley, “What the Mormons Know about Welfare”, Wall Street Journal, 18 de febrero de 2012, pág. A11.

Ram Cnaan y otros, “Called to Serve: The Prosocial Behavior of Active Latter-day Saints”, borrador, pág. 16.

Véase Ezra Taft Benson, “A los mayores solteros de la Iglesia”, Liahona, mayo de 1988, pág. 49.

Lectures on Faith, 1985, pág. 69.

De regreso a casa antes de lo previsto


Hooola como ya conté, regresé a casa antes de tiempo, por eso quise compartir esto que encontré en www.lds.org por lo edificante que es. Gracias Destiny.

Por Destiny Yarbro. La autora vive en Arizona, EEUU

Hay muchas maneras de seguir sirviendo al Señor y de hallar sentido a la vida tras regresar a casa anticipadamente de la misión.

Tanto mi padre como mi madre sirvieron una misión. Desde temprana edad, escuchaba sus anécdotas de la misión y soñaba con el día en que yo pudiera servir al Señor como misionera de tiempo completo.

La preparación para la misión fue uno de los momentos más preciados de mi vida; me hallaba más cerca del Señor de lo que jamás me había hallado. Recibí mi llamamiento misional a la Misión Hungría Budapest e ingresé al Centro de Capacitación Misional (CCM) de Provo con la determinación de darlo todo de mi parte a mi Padre Celestial.

Estar en el CCM fue una experiencia increíblemente espiritual para mí. Conforme me acercaba más al Señor, oraba con sinceridad para pedir que estuviera dispuesta a hacer cualquier cosa que Él me pidiese, y prometí que amaría a los húngaros con todo mi corazón.

Hacia el final de mi estadía en el CCM, enfermé. Después de una breve temporada en casa para recuperarme, se me dio la oportunidad de continuar mi misión en Hungría. Se me asignó estar con una magnífica entrenadora, la hermana Sunshine Nestor, quien me enseñó a reconocer las tiernas misericordias y los milagros diarios del Señor.

Tras unos pocos meses, enfermé de nuevo. Aunque la hermana Nestor y yo seguimos trabajando lo mejor que pudimos, tuve que regresar a casa otra vez.

A mi parecer, yo había decepcionado al Señor, porque no había servido una misión “completa”. Estaba convencida de que aún había húngaros a quienes “debería haber” enseñado si no hubiera enfermado. Me preguntaba si acaso no tenía la fe suficiente para ser sanada, ya que, a fin de cuentas, el Señor protege a Sus misioneros. Nunca había considerado la alternativa de que mi sacrificio al Señor no fuera dar un año y medio de mi vida, sino más bien sacrificar la clase de misión que yo había imaginado.

Mi búsqueda de sentido en casa

Conforme descendía del avión al regresar a casa, no pude evitar pensar que había dejado la labor más importante de mi vida allá, en el campo misional. Requirió tiempo, pero descubrí que había una obra en casa que también daría sentido a mi vida.

Independientemente de la razón por la que regreses de tu misión antes de lo previsto, toma la decisión hoy mismo de hacer de esa experiencia un paso hacia adelante en tu progreso, no un paso hacia atrás. Yo regresé a casa por razones de salud, pero hay otras personas que regresan por diversos motivos, incluso transgresiones. Por lo tanto, quizás algunas de las siguientes ideas no se apliquen a tu situación. Ora al Señor para hallar maneras de servirle desde casa. Por ejemplo, si has regresado a casa debido a una transgresión y aún no eres digno de asistir al templo, aun así puedes encontrar sentido a tu vida al recorrer los jardines del templo con regularidad y comprometerte a volver a Su Santa Casa algún día.

Además de leer las Escrituras, orar y asistir a la Iglesia, cada uno de los siguientes pasos de mi camino fue imprescindible para sanar.

1. Mantenerse en contacto

Mi primer paso para encontrar sentido en mi vida fue mantenerme en contacto con los santos y los misioneros de Hungría. Durante algún tiempo, viví esperando los días de preparación, en los que recibía mensajes de correo electrónico de la hermana Nestor y mis compañeras del CCM. No obstante, debo admitir que en ocasiones no era sencillo leer sobre la misión de mis compañeras ni hablar con los húngaros, a quienes extrañaba tanto. Sin embargo, en retrospectiva, ahora comprendo que fue fundamental para mi sanación conocer los milagros que sucedían allá.

2. Indexar en línea

Mi hermano menor, alentado amablemente por mi intuitiva madre, me convenció de que comenzara a indexar. Al principio, indexé lotes de nombres para contentarlo, pero cierto día apareció un registro con nombres de húngaros en mi pantalla. ¡El Espíritu me sobrecogió y me enseñó que aún podía ayudar a llevar almas húngaras a Cristo, solo que del otro lado del velo!

3. Establecer metas

Después de la misión, todas las metas que tenía antes para mi vida parecían imposibles de alcanzar debido a mi nueva situación médica No obstante, con el tiempo, me di cuenta de que había metas que podía lograr mientras me hallaba en cama. A las metas tales como leer Jesús el Cristo las denominé “las metas horizontales”, y me dediqué a ellas a diario.

4. Regresar a los estudios

Una de las metas de mi vida anteriores a la misión era graduarme de la universidad. Aunque asistir a clases hubiera resultado difícil por mi enfermedad y por las constantes citas médicas, mi papá me alentó a tomar clases en línea mediante el programa de Estudio independiente de la Universidad Brigham Young. No solo se trataba de una meta “horizontal” que podía lograr, sino que también entendí que quizás podría cumplir más de las metas previas a la misión de lo que antes había considerado posible.

5. Servir en una misión en línea

Cierto día, en la Iglesia, una hermana se acercó a mi mamá y le dijo: “¿Sabías que Destiny puede servir en una misión de indexación en línea?”. Aquella pregunta inesperada fue la respuesta a mis oraciones; podría servir al Señor durante nueve meses como misionera de servicio a la Iglesia en el área de soporte de indexación. ¡Esta era una meta que yo podía cumplir!*

6. Enseñar el curso de preparación misional

A medida que aprendía a controlar mi problema de salud, empecé a estudiar en un colegio universitario mientras servía mi misión en línea. Se me pidió que enseñara el curso de preparación misional en un Instituto cercano. Enseñar me ayudó a comprender que mi entusiasmo por la obra misional no había disminuido y que incluso mi breve misión me había proporcionado muchas experiencias que podían resultar valiosas para mis alumnos.

7. Servir como voluntaria en el CCM

Tras asistir con éxito un semestre al colegio universitario cercano a casa, me mudé a Utah, EE. UU., para asistir a BYU. Al principio, apenas podía caminar cerca del CCM de Provo sin sentir una oleada de emociones contradictorias. No obstante, empecé a trabajar semanalmente como voluntaria en el CCM y descubrí los efectos sanadores de conocer a los maravillosos misioneros que iban a mi querida Hungría.

8. Efectuar la obra del templo

Una hermana húngara, Edit, que ha preparado casi 150 000 nombres para el templo, me pidió que llevara algunos de sus nombres al templo. ¡Fue un gozo efectuar las ordenanzas salvadoras a favor de aquellas personas húngaras!

La sanación gradual a través de Su obra

Servir en una misión era el sueño más importante de mi vida y, como es comprensible, me sentí derrotada al volver a casa antes de lo previsto. Durante un tiempo, tenía dificultad al hablar de mi misión; tuve que lidiar con sentimientos de fracaso. Tuve que aprender a juzgar el valor de mi misión por mi deseo de servir en vez de juzgarlo por su duración. A pesar de que no lo entendía en aquel momento, cada uno de esos pasos para hallar sentido en mi vida también trajo la sanación.

Durante años, me preocupaba que regresar a Hungría me resultase difícil en el aspecto emocional. Cuando, con el tiempo, viajé allá, recién al segundo día pude percatarme de que no solo no sentía pesar alguno, sino que además sentía un gozo incontenible por estar de regreso. Entonces supe que el Padre Celestial me había dado la oportunidad de experimentar el poder sanador de la expiación del Salvador. Ahora sé que, por medio de la expiación de Jesucristo, todas las cosas se rectificarán al final.

*Muchos misioneros que han regresado de la misión antes de lo previsto, prosiguen su servicio como misioneros jóvenes de servicio a la Iglesia. Consulta a tu obispo o presidente de rama para obtener más información.

Una ofrenda aceptable

“Cuando doy un mandamiento a cualquiera de los hijos [o hijas] de los hombres de hacer una obra en mi nombre, y estos, con todas sus fuerzas y con todo lo que tienen, procuran hacer dicha obra, sin que cese su diligencia, y sus enemigos vienen sobre ellos y les impiden la ejecución de ella, he aquí, me conviene no exigirla más a esos hijos [e hijas] de los hombres, sino aceptar sus ofrendas”.

Doctrina y Convenios 124:49

Sugerencias para los padres

La siguiente es una lista de aspectos a tener en cuenta:

Dé tiempo al misionero para sentir congoja y sanar.

Diga al misionero a menudo cuánto lo ama.

Aliéntelo a reunirse con el presidente de estaca y el obispo con regularidad.

Pregunte al misionero cuánto desea que los demás sepan sobre la razón de su regreso a casa.

Diga a los demás que el misionero ha regresado y que usted está feliz de verlo de nuevo.

Conceda tiempo al misionero para hablar con usted acerca de la misión y compartir tanto las experiencias magníficas como las difíciles.

Anime al misionero a orar en cuanto a lo que debe hacer a continuación en la vida, y luego apoye su decisión de regresar o no a la misión.

Sugerencias para los miembros del barrio

Puede resultar difícil saber qué decir cuando los misioneros regresan a casa antes de lo esperado. Puede ayudarlos a hacer la transición a la vida en casa al darles la bienvenida, expresar su afecto por ellos y al agradecerles el haber servido en una misión.

Es posible que usted desconozca por qué ha regresado a casa el misionero y la razón puede ser muy diferente de lo que usted piensa. Tenga en cuenta que el proceso de sanación es entre ellos y el Señor, y que ellos solo necesitan saber que usted los apoya.

Sería bueno que los misioneros compartan sus vivencias de la misión en un entorno seguro. Entienda que quizás necesiten un tiempo antes de poder hablar sobre la misión. Si desea que un misionero comparta alguna experiencia en una clase, llámelo con anticipación para preguntarle si se siente cómodo al respecto.

Recursos para ministrar

Los líderes pueden hallar información y maneras de ayudar a los misioneros que han regresado antes de lo previsto en internet en ministering.lds.org.